Son 11,700 millones de años del universo, de los cuales, más de 4,700 son de continua transformación del planeta tierra. Nada en nuestras vidas es estático, todo fluye, todo cambia, como decía Heráclito de Éfeso: “nadie puede bañarse dos veces, en el mismo río”.

La historia de la humanidad se ha dividido en 5 edades: Pre historia, (2) Edad antigua, (3) Edad Media, (4) Edad Moderna y (5) Edad Contemporánea. En este marco, la investigación científica y el desarrollo de tecnología, es prácticamente reciente. La ciencia viene contribuyendo notablemente a que podamos tener mejores condiciones de vida, no obstante, aun presentamos grandes problemas. El Covid-19 ha desnudado una triste realidad en países ricos y pobres, aún no estamos preparados para enfrentar problemas grandes como las pandemias. Estados Unidos, país que es considerado como la primera potencia mundial, muestra deprimentes cifras de infectados y fallecidos. El nivel alcanzado por la ciencia, es aún insuficiente. La búsqueda de soluciones a los grandes problemas de la humanidad, con la ayuda de la ciencia, data desde los inicios de la edad moderna. En 1603 se fundó en Italia, la “Academia Nacional de los Linces” con la finalidad de dar apoyo a la Ciencia. Esta institución sería más adelante la Pontificia Academia de las Ciencias, refundada en 1936 por el Papa Pío XI, en el convencimiento de que, todo lo que realmente es racional, es compatible con la fe revelada por Dios. En esta Academia han intervenido y siguen interviniendo, las mentes más brillantes del planeta, en el campo científico.  

También se ha buscado la solución a los grandes problemas del planeta tierra -como las guerras mundiales- por medio de la política. La institución política más grande del planeta tierra es la Organización de las Naciones Unidas (ONU).  Nace en 1945, año en el que precisamente, finaliza la segunda guerra mundial. Existe, además, un gran número de organizaciones políticas internacionales como la Unión Europea, la Unión Africana, La Organización de Estados Americanos, entre otras, que buscan resolver los grandes problemas de sus continentes, pero separadamente de los intereses de los otros continentes. Estas organizaciones, al igual que la ONU, tampoco están cumpliendo con sus objetivos. 

Así como la ciencia y la política, hay otras actividades humanas, como las religiones, que tampoco están logrando solucionar los problemas del planeta tierra. Se estima que existen aproximadamente 4000 religiones. El cristianismo, el budismo y el islamismo, si bien es cierto son las que tienen la mayor cantidad de seguidores, son sólo tres religiones entre otras, miles, que tampoco vienen constituyendo una solución a nuestros problemas. Ante esta situación, que muestra una sociedad del planeta tierra enferma y sin oportunidades de progreso y bienestar para todos, cabe hacernos las siguientes preguntas: ¿por qué durante tantos años venimos desarrollando esfuerzos infructuosos –como la Organización de las Naciones Unidas-  y las guerras continúan? ¿Por qué no podemos mejorar como planeta?, ¿No será que la humanidad está llegando al convencimiento, de que el actual orden es “normal”? ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para revertir el actual orden?      

El primer paso, es analizar con objetividad, si la actual situación del planeta tierra, es o no, la correcta. Los seres humanos tenemos –a diferencia de otras especies- una actividad mental que nos proporciona un conocimiento claro y reflexivo de la realidad. Este conocimiento nos permite enjuiciar moralmente nuestros actos y los actos sociales, sobre la base de lo que consideramos como bueno y como malo. Esta actividad mental, que nos impulsa a ser mejores cada día, es la conciencia. El ser conscientes de lo que viene ocurriendo en el planeta tierra, nos llevará a mejorar como personas, como familia, como sociedad y como nación. Debiera, además, llevarnos a mejorar como planeta. Para ser mejores, tanto individual como colectivamente, tenemos que abandonar el excesivo e inmoderado amor a nosotros mismos, que nos hace atender desmedidamente nuestro propio interés, sin tener en cuenta para nada, el interés de los demás. Tenemos que abandonar urgentemente, el culto al ego, el ego-ismo.  

Siendo ya conscientes, que el actual orden en el planeta tierra no es el correcto, y siendo conscientes también de que, tenemos que dejar de lado pensamientos y actitudes egoístas, recién estaremos en capacidad de buscar respuestas a la pregunta ¿Que podemos hacer?  El análisis de los acontecimientos globales sobre todo en los últimos dos siglos, hace ver cómo única solución, la Unión de los 5 Continentes.  Los esfuerzos durante décadas y hasta siglos, por parte de la ciencia, la política y hasta de las religiones, por lograr un mundo mejor, vienen resultando estériles por un solo motivo: los 5 continentes no estamos unidos. 

Tenemos que unirnos, mediante un único plan de gobierno intercontinental acordado y ejecutado por cinco presidentes, uno por cada continente, que serán renovados democráticamente. Estos presidentes debatirán propuestas en el seno de un comité global, constituido por las mentes más brillantes del planeta tierra, en los campos de la ciencia, el arte y la política.  Aún con nuestras diferencias culturales - incluyendo las religiosas- tenemos que vernos como una sola gran nación, que centra su accionar en siete pilares:  la persona, la familia, la vivienda, la alimentación, la salud, la educación y el trabajo. Uno de los principales objetivos de la Unión de los 5 Continentes, debe ser el logro de la paz mundial. 

La pandemia del Covid-19 nos muestra -ahora que todos estamos en casa- que no necesitamos de armas para vivir en paz. El nefasto armamentismo mundial, no es otra cosa que la instauración del egoísmo y la ley de la fuerza –y no de la conciencia-  como principio de vida. Las actividades productivas a nivel global, pueden desarrollarse bajo los siete pilares expuestos y lograr un planeta tierra mucho mejor que el actual. Es posible dejar de contaminar los mares, conservar los bosques y frenar la extinción de especies, sin paralizar la actividad productiva global, como viene siendo en el caso de la actual pandemia. La Organización de las Naciones Unidas debe cambiar su estructura actual, para dar paso a un cambio cultural y social, que logre la formación de una nueva mentalidad en el ser humano. 

La humanidad está empezando a sentir la necesidad de unirse, para resolver los grandes problemas del planeta tierra. Es el momento oportuno para empezar a formar nuevos principios globales, que nazcan desde el hogar, se continúen en los centros educativos, se apliquen en los centros laborales y sean impulsados por los gobiernos. Principios globales basados –como ya se indicó- en la persona, la familia, la vivienda, la alimentación, la salud, la educación y el trabajo. Principios en el marco de total respeto a la libertad de pensamiento y a la propiedad privada. Es posible tener un planeta tierra mucho mejor. Albert Einstein decía: “El mundo que hemos creado, es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar, sin cambiar nuestra forma de pensar”


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