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El empresario peruano, quien logró superar un origen sumamente humilde para crear la exitosa compañía de lubricantes automotores e industriales Vistony, con la que próximamente espera tener presencia en los cinco continentes, recapitula su ejemplar historia como emprendedor, revela algunos de sus proyectos para un futuro lleno de desafíos como el que nos espera y explica en qué consiste una teoría que ha venido desarrollando desde hace más de cincuenta años.

“Te voy a hablar de mi experiencia y nadie va a inventar nada aquí”, empieza a recordar el empresario peruano Oswaldo Hidalgo, fundador de la empresa de lubricantes Vistony, quien empezó a trabajar desde muy niño debido a la humildad de sus orígenes y hoy lidera una empresa que pronto tendrá plantas en los cinco continentes (de hecho, este año empezará a operar en Nueva Delhi, capital de la India). “Hay tantas cosas que en la vida se me han cruzado, tantas adversidades que uno ha ido afrontando… Vistony nació después de haber tenido una empresa de confecciones, pero si me voy a los inicios… He sido simplemente un pastor, un chacarero, que iba con mi padre a la chacra a sembrar, con mis herramientas, con mi lampa, con mi pico… A los 13 años llego a Huaraz.

La historia es bastante peculiar. Empecé como cargador de bultos, vendedor de chupetes, de revistas y periódicos, hice de todo en Huaraz, fui vendedor ambulante y lavador de carros. Y así llegué a Lima, haciendo diferentes tipos de trabajos. Nunca estudié en una universidad. Como yo terminé la secundaria a los 22 años, en turno de noche, ya los años se me pasaban y me dije: ‘Me olvido de ser universitario, voy a dedicarme de lleno a ser un emprendedor. No voy a ser abogado ni diplomático, pero sí voy a ser un pequeño negociante’. Y aquí me tienes ahora, contando mi historia por aquí y por allá”.

¿Cómo decidió apostar por este rubro en específico? ¿Cómo empezó todo?

Es una cosa de locos. Todo empieza luego de haberme encerrado por dos años para ver qué tipo de negocio podría desarrollar. Tenía una fábrica textil, que también había creado, pero en la época de Fujimori las empresas más grandes empezaron a romperse, a venderse… Se remataron empresas gigantes y también desapareció Petrolube. Ahí nació la idea, tras dos años de encierro, de que se podía hacer un negocio de lubricantes.

La valla era superalta…

Con un centavo en el bolsillo, tenía como referentes a la Mobil, un gigante, Shell, otro gigante, Castrol… todos estos fenómenos de lubricantes. Ahí es donde yo me meto a fabricar una máquina para hacer grasa, que costó más o menos seis millones y pico. Como no había plata, yo tenía que ir armándola poco a poco, por lo que me tomó muchos años mover esa máquina.

¿Cuántos años tardó en recuperar esa inversión?

En 1989 o 1990, más o menos, se comienza a preparar esa máquina. La máquina que había diseñado era grande, siempre faltaba una cosa y otra cosa, pero me di cuenta de que no se podía esperar tanto tiempo. El plano se redujo a una maquinita chiquita, que producía solamente un promedio de siete a diez baldes de grasa al día. Y fue así como comencé a vender la grasa. Pero desde antes ya tenía otros productos, la grasa fue un complemento.

Empecé a revender a la Mobil, a Texaco; y las marcas compraban y las revendían. Así fueron naciendo más ideas, iba aprendiendo cada día. Estuve trabajando dos, tres años, simplemente con mi nombre. Luego ya se inscribe Vistony. Como todo emprendedor, el que viene de abajo tiene que ir experimentando, por eso me considero un eterno emprendedor.

Hoy tienen plantas en todo el mundo…

A fines de este año estaremos en Australia. Si no hubiese sido por la pandemia, todo habría sido diferente. Nos ha retrasado bastante, pero estamos tratando de salir de a poquitos y esperamos a fines de este año estar e Australia. No con una planta, sino mediante un distribuidor, aunque hubiéramos querido tener una planta. Tenemos un terreno que hemos adquirido hace tres años, pero en estos momentos no se puede hacer nada por los problemas que ya conocemos. Lo que sí vamos a hacer es abrir en la India, en Nueva Delhi; estamos haciendo una planta moderna. Prácticamente estamos al 85%, aunque debido al COVID-19 nos hemos atrasado bastante. No sabemos todavía cuándo será la fecha de la inauguración oficial, pero ocurrirá este año. El mercado de la India es muy grande para el mundo automotor. Cuando hablamos del tema de lubricantes, no hay época mala.

¿En qué consiste su “teoría de la unión de los cinco continentes”?

Eso nació cuando yo tenía 18 o 20 años, o sea que esa teoría tiene más de cincuenta años, desde que yo comencé a trabajar aquí en Lima como ambulante, como vendedor de medias. Como ya ganaba unos centavos, empecé a viajar. El primer lugar al que viajé fue Iquitos y conocí el barrio Belén. En ese momento borré de mi diccionario la palabra “ justicia”, porque vi ese submundo. ¿Cómo es posible que el ser humano pueda vivir así? De ahí me fui a Tacna, a Puno, conocí los Uros, viajé al centro, a la selva, hasta que un día dije: “El que sabe más tiene que pensar en los demás, no hay otro camino”.

Tenemos que pensar en cómo podemos cada día unirnos más entre los humanos. Luego empiezo a viajar por el mundo y conozco los cinco continentes. La teoría habla del planeta Tierra. Los cinco continentes tenemos que unirnos bajo el concepto de los siete principios fundamentales: persona, familia, alimentación, salud, vivienda, educación y trabajo. No hay un ser humano en el planeta que no dependa de estos siete principios.

¿Puede profundizar un poco en cada uno de estos principios?

Para respetar a los demás, primero tengo que respetarme a mí, ese es el concepto del principio de la persona. Como personas racionales, tenemos principios y valores. Debemos cultivar los valores y desterrar todo lo que es negativo, incorrecto. Con respecto al principio de la familia, para mí ha sido un aprendizaje de más de cincuenta años. Yo tengo ocho hermanos, y una de las cosas que me hacen feliz es haber integrado a la empresa a todos ellos; a ninguno dejé fuera. Si yo, como persona, me respeto, también respeto a mis hermanos, a la familia.

Yo considero al planeta Tierra como una gran familia, una gran nación, una sola raza. Yo tengo 72 años, nunca me he enfermado, felizmente. Por ello, la alimentación es sustancial. Todos necesitamos alimentarnos y es algo que hemos estado descuidando. No hay grandes proyectos. Con respeto a la salud, las madres se mueren porque no tienen un lugar donde asistirse, no hay hospitales, no hay centros de auxilio, cada uno ‘baila con su pañuelo’. Por eso es que debemos lograr la integración intercontinental, eso es lo que plantea la teoría de la integración de los cinco continentes.

Luego viene la educación. Yo creo en la educación gratuita total. La educación es la base y el fundamento para tratar los grandes problemas, como la pandemia, por ejemplo. Las nuevas enfermedades que se presenten deben ser tratadas en tiempo récord, no en uno, dos, tres años, como lo estamos viendo en estos momentos. Así podemos hablar de otro principio, que es el de la vivienda.

Todos los años tenemos inundaciones, pero no hay megaproyectos para resolver los problemas que ocasionan. Eso está relacionado con otro principio, que es el
trabajo. Se necesitan megaproyectos y grandes infraestructuras para cubrir puestos de trabajo. La población del planeta tiene actualmente 7500 millones de habitantes. Lo que falta es darle dirección al conocimiento. Por eso hablo de la “era de todos los conocimientos”. La teoría es un tema muy amplio, porque hablamos de todos los problemas que hay en el planeta, todo lo que hasta ahora no hemos podido abordar y resolver.