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Los elementos fundamentales para el desarrollo de todo país son: la libertad de expresión, un Estado eficiente y la labor creativa de los micro, pequeños, medianos y grandes emprendedores. Todos los países que hoy son desarrollados han centrado sus esfuerzos en la persona, la familia, la salud, la educación, el trabajo, la alimentación y la vivienda. Las llamadas potencias mundiales han logrado, además, hacer investigación científica y desarrollar tecnología. 

Ese es el camino que debemos seguir los países como Perú. Los momentos difíciles que estamos viviendo nos están apartando de este camino. El nivel de corrupción que caracteriza al sector público y parte del sector privado de nuestra sociedad, está impidiendo a millones de peruanos, tomar conciencia de nuestra realidad y consecuentemente, de lo que debemos hacer. Estamos frente a una gran incertidumbre sobre nuestro futuro como país.  La actual pugna entre la izquierda y la derecha peruanas es el resultado de 200 años sin logros en beneficio de las grandes mayorías. Pese a que hemos tenido etapas de crecimiento económico como las que se dieron en la época del guano de las islas, del caucho, de la producción de harina de pescado y recientemente del nombrado “boom minero”, no hemos sabido transformar este crecimiento económico en bienestar para la población, salvo para algunos grupos.

El estatismo que implantó en el Perú el general Juan Velasco Alvarado en 1968 significó un enorme retroceso económico. La actual izquierda peruana está proponiendo volver a ese estatismo que sabemos, ha fracasado no sólo en el Perú, sino en todo el planeta. El Estado peruano no sabe lo que es trabajar bajo los criterios de calidad, productividad e innovación, como si lo hace el sector privado. La corrupción que tenemos a todo nivel está tan organizada, que una empresa estatal sería presa fácil para quienes ven al Estado como un botín, en lugar de verlo como la organización encargada de generar desarrollo para los millones de peruanos que, con razón, hoy reclaman por niveles adecuados de educación, salud, seguridad y trabajo.

No perdamos de vista la importancia de la inversión pública y privada para impulsar nuestro crecimiento económico, que es el medio para generar desarrollo. El gran problema del Perú no es la inversión privada honesta. El gran problema del Perú es un Estado corrupto a nivel de poder ejecutivo, poder judicial y poder legislativo, coludido con no pocos empresarios también corruptos. Este momento crucial que estamos viviendo como país no nos puede sumergir en la desesperanza. Estando cerca la elección de quien dirigirá los destinos del Perú entre 2021 y el 2026, por eso consideramos que lo más importante es respaldar la libertad para crear riqueza y bienestar.  El Perú está en su momento crucial.